30 ene 2010

Obama no irá a la Luna

Todo el sector espacial de Estados Unidos está pendiente de lo que Obama, a través del proyecto de presupuesto que presentará el próximo lunes para la NASA, decida sobre los vuelos tripulados, pero los datos que se están conociendo ya dan por seguro que la vuelta a la Luna no se producirá. El programa para ir a la Luna, e incluso a Marte, puesto en marcha sin base económica por el anterior presidente, George Bush, se paralizará. La familia de cohetes Ares y la cápsula Orion, ya en desarrollo, es casi seguro que no seguirán adelante, a pesar de los 9.000 millones de dólares (6.500 millones de euros) ya invertidos en este proyecto.

A cambio, la NASA pedirá mucho dinero -se habla de 6.000 millones de dólares (4.300 millones de euros) para cinco años- para financiar a las empresas que quieran desarrollar vehículos comerciales que puedan llevar astronautas a la Estación Espacial Internacional. Entre lo público y lo privado, Obama opta por lo privado. El pasado miércoles el nuevo director de la NASA, Charles Bolden, en una conferencia de prensa en Israel, reconoció que la NASA se centrará en facilitar el éxito de los intereses empresariales. Algunos expertos ya hablan de un cambio de paradigma.

Estos planes están provocando intensas reacciones y la preocupación de los trabajadores de la NASA. Algunos congresistas se han mostrado contrarios a desmantelar el gran aparato tecnológico dedicado a los vuelos tripulados en la agencia, que se traduce en miles de puestos de trabajo. Algunos promotores aerospaciales se han apresurado a aplaudir la iniciativa de privatizar los vuelos, a pesar de que en la actualidad no existe ningún vehículo estadounidense que pueda tomar el relevo del transbordador espacial, que dejará de volar este año tras completar la construcción de la Estación Espacial, si se cumple el calendario previsto.

Detrás de la espectacular decisión de Obama está el dinero. El comité Augustine, encargado el año pasado por el Gobierno de estudiar el futuro de los vuelos tripulados, concluyó que era imposible mantener los planes de la era Bush si no aumentaban sustancialmente los fondos disponibles. En sus conclusiones, una línea de acción propuesta fue precisamente desarrollar vehículos comerciales, aunque eso suponga que Estados Unidos va a estar muchos años sin posibilidad de transporte propio, dependiendo de los vehículos rusos.

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