Público sorprendía a medias con esta encuesta publicada en NATURE. Si bien es interesante la opinión de los ciudadanos, la inclusión de los científicos en política ¿no favorecerá la demagogia en ambos terrenos? Lo que si parece patente es el cambio social, por lo menos en la percepción ciudadana, hacia la ciencia que poco a poco se convierte en el nuevo referente dejando a un lado la posición ética o moral de la religión. Quizás, el público, al ver cumplidas las promesas de prosperidad y bienestar por la medicina, ingeniería, telecomunicaciones… sustituya poco a poco sus referentes culturales religiosos sin por eso ser más racionales, por lo menos a pie de calle. Con escasa cultura democrática lo que al final se pide es que gobierne quien sepa de todo, en el conocimiento que cada sociedad valora, sin percatarse de que esa no es la función del político.
Me parece destacable que la ciencia no son los descubrimientos o la práctica de los mismos sino el método para hallarlos. Pues si consideramos ciencia a la economía el resultado será ideológico y no científico, en este caso una visión liberal del mundo, como fue en su día la teoría opuesta al liberalismo y que tampoco seguía el método científico.
El comunismo no es científico pese a su apodo de socialismo científico frente a la anarquía y corrientes izquierdistas anteriores o socialistas utópicos. Este apodo resultó ser una gran estrategia propagandística frente a sus competidores. Ni la corriente moderna de economía ni la socialista marxista son ciencia pues utilizan otro método, la filosofía y a posteriori se justifican en la vida real, ambas como pretendida explicación de la situación actual que apenas si han podido predecir.
¿Es mejor que los políticos sean científicos a sacerdotes?, bueno ninguna de las dos variantes es garantía de nada… porque la política no es una ciencia por el método. Y lo que le pides al político no es que sepa mucho de medicina, por ejemplo, en el caso del ministerio de sanidad. Lo que se pide es que sea un buen administrador de los recursos de ese ministerio y que, eso si, se deje aconsejar por los expertos oportunos.
Ese intento de asemejar la economía a la ciencia ocurre, en mi opinión, socialmente en expresiones como “El premio Novel de economía es el premio de matemáticas” que sin estar exento de alguna razón es parcial.
La encuesta publicada es más extensa y toca bastantes más ámbitos de ciencia y sociedad, todos my interesantes, este es el artículo publicado en público:
Este ha sido un mal año para la credibilidad de la ciencia. Casos como el climategate, con los errores cometidos en algunos informes sobre el cambio climático, o la epidemia de gripe A, que se quedó en simple gripe, no han fortalecido su imagen.
Sin embargo, según una encuesta, los científicos son más de fiar que los periodistas y aún más que los políticos y los líderes religiosos.
Las revistas Nature y Scientific American han preguntado a 21.000 de sus lectores sobre la imagen que tienen de diferentes profesiones. En un rango del 1 al 5, los científicos sacaban un 3,9, mientras que la puntuación de los líderes políticos era de 1,76 y, cerrando la lista, los religiosos, con 1,55.
La teoría de la selección natural, el origen del universo o el calentamiento global aparecían en el cuestionario. Aunque la encuesta muestra una sostenida confianza en la ciencia, los diferentes orígenes culturales de los encuestados revelan diferencias acusadas entre Oriente y Occidente, y entre los europeos y los estadounidenses.
La teoría evolutiva y la moderna explicación del origen del universo, por ejemplo, suscitan un consenso generalizado entre los entrevistados. Pero los asiáticos se las creen menos. Así, mientras apenas un 10% de todos los preguntados dijeron que hay "razones para dudar" de la selección natural, el 35% de los japoneses y el 49% de los chinos no se creían del todo las ideas de Darwin (ver gráfico). Las cifras de la desconfianza hacia la teoría del Big Bang en estos países son aún más altas.
Las explicaciones para estas diferencias parecen ser culturales y religiosas, por el poso del sintoísmo o el budismo, con explicaciones alternativas al origen de la vida. Como explica el genetista japonés Naruya Saitou a Nature, "la vida es demasiado compleja para reducirla a una fórmula".
También hay diferencias en Occidente. La energía nuclear es una de las rayas que más separan a estadounidenses y europeos.
Los encuestados de EEUU se muestran poco o nada preocupados por los riesgos atómicos (81%), frente a las dos terceras partes de los europeos que declaran su disgusto con esta tecnología.
Ha sorprendido a los autores de la encuesta el resultado a la pregunta de si los científicos deben implicarse en la política. Sólo el 18% global prefiere que se mantengan al margen. De nuevo aquí hay diferencias regionales, y otra vez China da la nota discordante. Allí, un tercio de los preguntados quiere que no se mezclen ambas esferas. El ingeniero del Instituto de Información Técnica y Científica de China, Wu Yishan, señala a la convulsa época de la Revolución Cultural en la raíz de esta animadversión. Pero no hacia la ciencia, sino hacia la política.
En lo que coinciden la mayoría de los entrevistados (70%) es en que la inversión en ciencia debe continuar a pesar de la crisis. Y si hay que recortar de otras partidas, tres de cada cuatro creen que debe ser del presupuesto de Defensa. Los menos partidarios son los estadounidenses, dispuestos a sacrificar parte del Estado del bienestar. Los que más, los europeos, liderados por los lectores españoles de las revistas.
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