Durante la Nochevieja americana, cientos de aves cayeron muertas en un pequeño pueblo de Arkansas (EEUU). A partir de ahí, no han dejado de caer en todo el mundo pájaros... Y periodistas. La escasez de noticias de relevancia durante las fiestas navideñas, sumada a la concurrencia de estos sucesos, animó a numerosos medios a enfrascarse en la búsqueda de nuevos casos de aves muertas en "extrañas circunstancias" para elevar la anécdota a categoría: el apocalipsis aviar estaba servido.
Medio millar de estorninos en Luisiana, cientos de palomas en Italia, más de 50 cuervos en Suecia... Televisiones y periódicos rebotaban la muerte de grupos de aves de distintas especies y por causas diversas como si se tratara de reflejos de un mismo problema global. Todavía ayer, algunos medios de EEUU reseñaban la muerte de más de un centenar de aves en Nashville, relacionándola con la original, sucedida a más de 500 kilómetros de allí.
La explicación definitiva de la muerte de unos 3.000 tordos (no 5.000, como señalan erróneamente algunos medios) en Beebe (Arkansas) se concretará dentro de dos o tres semanas, cuando acaben los análisis microscópicos, como advierte a Público Jonathan Sleeman, director del centro gubernamental de conservación de la naturaleza encargado de analizar los dos casos relevantes, Arkansas y Luisiana.
Hemorragias tras un impacto
"Los resultados de la necropsia preliminar muestran que los pájaros murieron por hemorragias internas y traumas producidos tras un impacto. Nuestro centro está a la espera de los resultados de los exámenes de laboratorio antes de establecer un diagnóstico definitivo", asegura Sleeman.
Desde su perspectiva, lo que debió ocurrir en Beebe fue que las aves, nada habituadas a volar en la oscuridad, cayeron de sus nidos por el ruido de un cañón que tiroteaba fuegos artificiales momentos antes de la medianoche. "Creemos que las detonaciones, muy fuertes, sobresaltaron a los pájaros en el lugar en el que se posan para pasar la noche, haciendo que volaran desorientados contra árboles, ventanas o edificios", expone.
Además, este zoólogo disocia la muerte "inusual" de aves en Beebe de los millares de peces que aparecieron muertos en el río Arkansas, frente a las numerosas lecturas catastrofistas que emparentaban ambos fenómenos: "No hay ninguna evidencia que conecte el suceso de los pájaros en Arkansas con Luisiana o con la muerte masiva de peces", asevera Sleeman, quien resta trascendencia "aunque siempre preocupa" a este deceso en masa de aves. "Los registros oficiales cuentan con al menos 16 incidentes que implicaran la muerte de más de un millar de estos pájaros en las últimas tres décadas", asegura Sleeman.
El investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), Miguel Ferrer, coincide en que las muertes masivas no son extrañas en especies gregarias, donde llegan a compartir "dormitorio" hasta 15.000 ejemplares juntos. "Este tipo de aves están más expuestas a sufrir accidentes de mortandades elevadas, ya que conviven y migran en grandes masas. Más preocupante sería encontrar cadáveres de otro tipo de ave", dice Ferrer. Y añade: "Pero es cierto que está arraigada culturalmente la muerte de aves como señal de alerta temprana de peligros".
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